Ode to youthful friendship

Se dice que cuando somos pequeños sabemos lo que es verdaderamente importante en la vida. A mi nunca me ha convencido esto, no lo entendía muy bien, hasta hace un par de semanas.
Tenía cuatro años y el picaporte de la puerta aún estaba muy lejos de mi alcance, pero elegí. Elegí a un niño rubio, tímido, de mirada nítida - aunque estuviese medio ciego y llevara unas gafas enormes de pasta marrón y un parche en el ojo izquierdo - cabizbajo con las mangas del jersey del uniforme dadas de sí. Me cayó bien y se convirtió en mi mejor amigo en el colegio. Después de cuatro años de peleas en la arena, carreras, canicas, bofetones después de levantarme la falda, batallas campales por la pintura de color rojo, castigos en la esquina de la clase, tardes en la enfermería, cristales de las gafas rotos y sobre todo mucha imaginación y lealtad, mi compañero de travesuras desapareció.
Han pasado 15 años desde aquello y lo tenía enterrado por algún lugar de mi mente, hasta que un viernes, su mirada nítida - ahora está operado de miopía y es mucho más nítida - se cruzó conmigo. Y de repente, como un resorte salió su nombre de mi boca.
Supe elegir un amigo, supe sin saberlo elegir lo que era importante en mi vida. Siempre ha estado, y siempre lo estará.
A daniboy.

"Podría contar mi vida uniendo casualidades" Los amantes del círculo polar.

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