Tentaciones, intentos fallidos y temores
Estoy convencida. El tiempo libre es una putada. Quiero decir, estés donde estés siempre deseas encontrar un hueco, un rato para no hacer nada o para hacer lo que te salga de tus zonas más nobles. Desde cortarte las uñas en frente de la tele absorta en la basura más entrenida que echen, cotillear las vidas ajenas por Facebook o susodichos, coger el montón de revistas acumuladas al lado de la cama y llenarlas de post-it de colores hasta encender las velas y tumbarte en la cama creyendo que así te vas a relajar. El problema es que es una trampa, una tentación horrible... porque llega un momento en que tu cabeza se queda en blanco para ponerse a pensar en cosas que no debes o que no quieres. Luchas por pintarte las uñas y prestar atención a los pasos de la coreo de Rafa de Fama, pero los pensamientos te vencen.
Sé qué es lo que quiero, y sé qué es lo que quiero ser... pero cuesta tanto ponerse.
Sé qué es lo que quiero, y sé qué es lo que quiero ser... pero cuesta tanto ponerse.
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