Ponte una camiseta.


El caso es que a mi un buen moderno con una camiseta serigrafiada, mensajes o rayas, me pierde. Esta fascinación le pone negra a mi mejor amiga. No lo entiende y alega que los tíos que visten con camisetas a mi edad o superior, no son tipos serios.
La cara de Madonna, un "Hey Ho Let's Go", un "Fake Chanel" con el logo pintado por un niño de cinco años, el brick de leche adorable de los vídeos de Blur, cualquier foto de los Beatles, cualquier frase mítica de cualquiera de mis pelis favoritas... es perfecto para lucirlo con orgullo en el pecho. ¿Cómo dices? ¿Es friki? Puede ser, pero a mi me parece una cosa tan in y clásica como ir al Rastro, zamparte un bocata de calamares e ir de cañas a La Latina para tener conversaciones nihilistas un domingo con tus amigas.
El otro día me apetecía una tarde de risas así que me volví a ver El Gran Lebowski: peliculón (y no el de Antena 3) con mis colegas El Nota y Walter y sus diálogos legendarios como: 

-Walter : Bien, lo que tenemos que hacer es rescatarla, seguimos según lo planeado, y nos quedamos con el donativo. 
-El Nota: Si, estupendo, pero no me has contado cómo vamos a rescatarla. ¿Dónde está? 
-Walter : Esa es la parte sencilla: Hacemos la entrega, agarro a uno y se lo saco a hostias. 
-El Nota: Ya, un fantástico plan, Walter, es de un ingenio acojonante, perfecto, funcionará como un reloj suizo... 
-Walter : Eso es, su belleza radica en su sencillez, si el plan fuese demasiado complicado podría fallar todo, si hay algo que aprendí en Vietnam...

Y el viernes esperando a mis amigas en el punto más populoso de Madrid, la salida del metro Tribunal, vi a un tío con una camiseta y la imagen de Walter apuntando con una pistola que ponía "Tanto gilipollas y tan pocas balas" . Le sonreí... y me devolvió la sonrisa.


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