Flores de inocencia


—Dices que querías verme. Ahora que me ves ¿qué ves? 



Yo les convertiré en máquinas de matar y amar.



Tal vez fuera él el que tuviera que dar el siguiente paso. Los niños, aunque no se conozcan, simplemente se sonríen y se dicen: ¿Jugamos?


Aunque no se debían coger flores mientras se ascendía, allí estaban, al alcance de la mano. Las rosas Dorothy Perkins se metían con suavidad con cada compartimiento balanceándose lentamente con el movimiento del funicular hasta que se liberaban y, con un balanceo último, volvían a su macizo rosado. Una y otra vez penetraban en el vagón aquellas flores.




Las personas que le atraían, rebeldes casi siempre, la perturbaban y no le convenían. Buscaba en ellas la vitalidad que las había hecho independientes o creativas o fuertes, pero buscaba en vano, pues sus secretos yacían enterrados, muy hondo en luchas de su infancia que ya habían olvidado.



Lo mejor que puedo desear para ti, hijo míocomo decía el hada Palonegro en El anillo y la rosa, de Thackeray, es una pequeña desgracia.




El temblor del héroe, Álvaro Pombo.
Suave es la noche, F. Scott Fitzgerald.
El sargento de hierro, Clint Eastwood.

Comentarios

  1. Te amo y te echo de menos!! Algún dia tenemos que hacer un DIY en colaboración eh?? Tu exprime esa cabecita creativa que te dieron.

    Muaaaa

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  2. todas estas cosas inspiran estos últimos días en mi vida tb :)
    gracias por compartirlas

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